La dieta en el antiguo país del sol naciente

Seguro que conocéis (y tenéis vuestra propia opinión al respecto de) los míticos representantes de la dieta japonesa actual, como el sushi de pescado crudo con salsa de soja, la tempura de verduras (que ningún japonés probó hasta que la introdujeron los portugueses en el siglo XVI) o los curiosos dulces de judía. Pero, ¿os habéis preguntado alguna vez qué manjares encontraríais bellamente dispuestos sobre las mesitas de patas cortas de una antigua casa tradicional nipona? Si pudierais viajar en el tiempo al antiguo país del sol naciente, ¡seguro que alguna sorpresa os llevaríais!

Un poquito de contexto histórico-gastronómico

La dieta en el antiguo Japón estaba fuertemente influenciada por su geografía. Dada su condición de archipiélago, no sorprende que los antiguos nipones importasen sus hábitos dietéticos de sus vecinos del Asia continental. Aparte de la costumbre de comer con palillos, sus vecinos chinos y coreanos les llevaron el arroz (que poco a poco sustituyó al mijo como base de su alimentación), las judías azuki (las alubias de color rubí con las que los pasteleros japoneses elaboran mil delicias), la socorridísima soja (que aprenderían a fermentar de mil maneras) y la receta que ha devenido el plato japonés estrella, el sushi. De hecho, en la antigua China, este básico de la comida asiática actual se utilizaba como mero preservador de los valiosos botines que traían de regreso a puerto las barcas de pesca, igual que el ahumado y la salazón. Para aumentar el tiempo de conservación del pescado, se envolvía en arroz cocido y se dejaba «pudrir». El moho que lo cubría impedía que las bacterias dieran buena cuenta del pescado, alargando así su vida útil (y de paso dándole un saborcillo solo apto para los amantes de las emociones fuertes).

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