La gente mayor y la alimentación en las residencias

Alimenta't Dietistas Barcelona

La semana pasada se publicó el estudio «Prácticas de alimentación y estado nutricional de las personas mayores institucionalizadas», realizado por la Fundación Edad&Vida en 46 residencias de 12 Comunidades Autónomas. Este estudio realiza un análisis sobre los medios y procedimientos con los que cuentan las residencias de ancianos para garantizar un estado nutricional correcto de las personas que viven allí de forma permanente.

El estado nutricional es uno de los principales factores de riesgo de discapacidad, el más importante y, por suerte, el más modificable. Una persona de edad malnutrida es más dependiente, tiene peor calidad de vida y genera un mayor gasto sanitario.

Empezamos destacando un dato positivo: el 81% de las residencias evaluadas cuenta con un profesional Dietista-Nutricionista (propio o de una empresa externa) que diseña los menús que se servirán. Este hecho garantiza en cierto grado que se está proporcionando una dieta suficiente y equilibrada según las necesidades especiales de la gente mayor. También es positivo que al 93,5% de los que ingresan en estos centros, se les realiza una valoración inicial del estado nutricional, para detectar deficiencias o requerimientos especiales.

Por contra, a pesar de estas medidas favorecedoras de un cuidado alimentario, el 15,8% de los ancianos sufre desnutrición, y el 45,2% está en riesgo de padecerla. ¿Por qué ocurre esto? No debemos olvidar que diseñar un menú nutritivo no es suficiente para garantizar la buena salud de las personas mayores.

Debido al proceso de envejecimiento, el cuerpo sufre numerosas alteraciones que van en detrimento de un buen estado nutricional:

  • Dificultad en la digestión y absorción de nutrientes: disminución de los movimientos intestinales (peristaltismo), aumento de reflujo gástrico, disminución de la síntesis de proteínas, peor absorción de calcio y vitamina D…
  • Astenia y dificultad para realizar ejercicio físico, lo que lleva a un bucle de pérdida de fuerza y masa muscular, aumentando la dependencia.
  • Alteraciones de la masticación: falta de dientes, poca fuerza para masticar, dificultad para tragar…
  • Falta de apetito y saciedad precoz.
  • Depresión y desinterés por la comida.
Como veis, todos estos factores no se contemplan únicamente con un buen menú. Es necesario que los profesionales que cuidan de los ancianos trabajen conjuntamente con el dietista para poder adaptar al máximo la dieta de cada persona a sus gustos, capacidades y alteraciones de salud. De lo contrario, serán más vulnerables a las enfermedades, serán más dependientes y tendrán una peor calidad de vida.