La dieta en la antigua Roma imperial

Seguro que recordáis haber visto en alguna película, ambientada en la época imperial de la ciudad eterna, la fastuosidad del célebre circo romano, con sus truculentas luchas de gladiadores y sus desmadradas carreras de cuádrigas. Pero, tal como reza la famosa consigna panem et circenses (la voz latina para «pan y circo»), ¡no sólo de espectáculos vivía el pueblo romano! Para mantenerlo sosegado y satisfecho, también había que alimentarle.

¿Os habéis preguntado qué habrían almorzado los asistentes al majestuoso Coliseo? Desde el rancho que saciaba el hambre de plebeyos y legionarios, hasta las opulentas delicias que complacían al emperador, la dieta de la antigua Roma contaba con algunas curiosidades sorprendentes.

Un poquito de contexto

Desde la fundación de Roma, en siglo VI a.C., hasta el 395 d.C, cuando cayó la enorme superpotencia en la que se había convertido, el imperio llegó a gobernar toda la cuenca mediterránea y y gran parte de la Europa Occidental. Pero los romanos no sólo construyeron carreteras y acueductos a lo largo y ancho de sus fronteras, también difundieron su lengua (dando origen a las futuras lenguas romances) y esparcieron su cultura (y, con ella, algunas de sus recetas y costumbres alimentarias).

Y, ¿qué desayunaba un romano clásico?

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