Magnesio (el multi-tarea que lubrica nuestros engranajes)

El magnesio es un micronutriente clave. Habrá quien os discuta si merece la medalla de oro de los minerales más críticos para un óptimo funcionamiento del organismo, pero nadie pondrá en duda su reputada posición en el podio. Y es que el magnesio participa en una miríada de procesos fisiológicos de un modo u otro. Podría decirse que actúa a modo de lubricante de los engranajes bioquímicos que nos mantienen jóvenes, funcionales y felices. No alberguéis duda alguna de que un nivel inadecuado de este mineral repercutirá en vuestra salud más pronto que tarde. Si vais a ser deficitarios en algo, ¡no querréis que sea en magnesio!

El perfecto multi-tarea

Por si os pica la curiosidad, he aquí algunos de los engranajes en los que nuestro bienamado mineral tiene un papel primordial:

  • El magnesio interviene en la síntesis de neurotransmisores y en la transferencia del impulso nervioso de una neurona a otra. Nuestro equilibrio espiritual, mental y físico depende en gran medida del delicado balance de nuestros neurotransmisores, que a su vez requerirá que tengamos disponibles los ingredientes necesarios para sintetizarlos. Una deficiencia de magnesio puede traducirse en ansiedad, desasosiego, malestar, irritabilidad taquicardias sin un motivo aparente. De ahí que a menudo los déficits de magnesio se confundan con (y diagnostiquen erróneamente como) hipocondrías.

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Vitamina B5 (ligeros de equipaje y en paz con el mundo)

Un poquito de etimología

A la vitamina B5 se la llama también ácido pantoténico (del griego pantothen o “en todos lados«). Se bautizó así en la década de los 40, cuando se comprendió su importancia y se incluyó en el selecto grupo de las vitaminas. Su presencia es habitual en la mayoría de alimentos (de ahí su nombre), lo que es de agradecer porque resulta crucial para una miríada de reacciones sin las que la vida tal como la conocemos no sería posible.

Un poquito de fisiología

Las células de nuestro organismo fabrican su energía a través de una molécula llamada coenzima A, de la que forma parte nuestra bienamada vitamina B5. Sin ella, no podríamos extraer la energía de los alimentos que consumimos, lo que nos sumiría en una apatía feroz. Tampoco podríamos sintetizar compuestos como los ácidos biliares (sin los cuales no nos sería posible absorber las vitaminas liposolubles, como la A, la D y la E) o las hormonas esteroideas (incluidos estrógenos y testosterona, las principales hormonas sexuales).

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