Cuantas veces nos hemos hecho este propósito de año nuevo, no sabemos por donde empezar y desertamos en Febrero?
Empezar a comer sano no es complicado, no requiere dietas imposibles, ni empezar a
hacer la lista de la compra con nombres impronunciables, sólo es cuestión de sentido común y ganas de invertir en salud.
Hoy en día el bombardeo de alimentos y recomendaciones nutricionales a nuestro alrededor ha hecho que nos sea cada vez más difícil discernir entre aquello que debemos o no debemos comer, entre lo que es un alimento natural o procesado, entre lo que nos protege o nos enferma, hay de todo y todo parece ser la solución y la respuesta a alguna que otra necesidad.
“El alimento es el producto más íntimo del consumidor”como decia el activista y abogado estadounidense Ralph Nader.
¿Por qué no empezamos de forma muy sencilla?
Primero de todo vamos a procurar elegir alimentos que sigan las siguientes premisas:
– Que sean de toda la vida, alimentos de nuestra tierra, de proximidad.
– Acordes al clima, temporada y estación.
– A poder ser frescos y sin procesar.
– Que tengan forma de alimento; evitar embalajes innecesarios, como botes o plásticos, poder mirar el alimento y saber prácticamente todo lo que en él esta contenido sin necesidad de leer etiquetas.
– Escoger alimentos que por su naturaleza ya conserven todos sus nutrientes: como por ejemplo los cereales y el pan integrales, los aceites y edulcorantes no refinados, los frutos secos sin freír ni salar…etc.
Otro factor a tener en cuenta y muy importante va a ser ordenar nuestras comidas:
- Desayunar
- Comer
- Cenar
A poder ser incluyendo una pequeña media mañana y una merienda.
Procuraremos ir disminuyendo la cantidad de comida a medida que transcurra el día, según nuestros horarios laborales y de vida lo permitan. Un pequeño consejo; a partir de las 6-7 de la tarde, en invierno, cuando el sol ya se ha ido, tenemos que haber ingerido ya la mayor parte de nuestra dieta, eso nos ayudará a digerir mucho mejor y provocará que nuestro organismo utilice sólo aquello que es realmente necesario para nuestras funciones vitales.
Y por último, procura que una vez ya has escogido lo que vas a comer, el alimento llegue de la forma adecuada a tu organismo:
– No alterar la calidad del alimento con cocciones agresivas, como los fritos, largas exposiciones al calor o microondas.
– Dedicar mínimo 15-20 minutos a cada una de nuestras comidas, eso nos permitirá masticar adecuadamente, evitando digestiones pesadas.
– Estar relajado delante del alimento, evitar discusiones, estrés, trabajo…en horas de comida.
– Cenar poca cantidad y mínimo un par de horas antes de acostarse.
– Evitar tóxicos como el tabaco, el alcohol, el café o el azúcar blanco ayudará a que todos aquellos nutrientes, vitaminas y minerales de los alimentos ingeridos lleguen en mayor proporción a nuestras células, evitando carencias.
Si empezamos simplemente a hacer hincapié en estos sencillos consejos, ya estaremos trabajando mucho por nuestra salud, y a partir de aquí podremos poco a poco ir avanzando en otras cuestiones nutricionales más específicas.
Dietista-Nutricionista por la Universitat de Vic (col. Nº 0087), he estudiado Naturopatia en el Instituto de Salud y Medicinas Alternativas de Barcelona y me he especializado en Dietética Naturista y Oriental y en Cocina Terapéutica y Vegetariana con la doctora Olga Cuevas.
Couch e instructora de Yoga Integral por la escuela de Shri Guruji Swami Vivekananda, (Kadhana, India).
Amante de la cocina y de los viajes, he vivido en varios lugares, y eso me ha permitido empaparme de culturas ancestrales, culinarias y de filosofías de salud de todo el mundo.